septiembre 19, 2008

Paréntesis, 2

septiembre 19, 2008
El caso del maletín ha venido distrayéndome de un pesar personal. En un post anterior coloqué mi indignación ante el (estúpido) director de policía por su absoluta indiferencia cuando relataba la cifra de homicidios en Caracas. Durante esta semana, un miembro de mi familia ha sido noticia. La violencia es el arma de los que no tienen la razón, eso dice un dicho popular. Lamentablemente, la violencia tiene armas. La violencia hiere. Cruelmente destruye, destroza y cambia vidas. Ultraja. Despoja. Asesina. No miden razones. No les importa más que sus locuras, sus intereses, su egoismo e inmoralidad. Su razón es el yo, el yo mundano, el yo movido por el poder que le otorga el arma para verse superior. Su razón carece de intelecto, carece de amor.
Ante la impotencia y el dolor, está la fe en Dios. Y aclaro para los ignorantes, que Dios no quiere que mueras a manos de un criminal loco. No. Sin embargo, si eso (Dios no lo quiera) ocurre, Él estará junto a ti. Hay de aquellos que despojan la vida de otro. Hay de aquellos que se aprovechan de un inocente. Hay de aquellos que, teniendo las herramientas para evitar la violencia, no hacen nada... se lavan las manos. Esto es con los (inútiles) gobernantes que se toman el sufrimiento de otros como guachafita, que se hacen la vista gorda, que no les interesa el cargo más que para chuparse los reales.
Aunque el caso del maletín no resuelva lo que se vive a diario, aunque no cambiará lo que vivo a nivel familiar, sé que quedará como la evidencia más notoria de lo despreciable que eres como ser humano... (que conste que esto va con los {estúpidos} gobernantes del país).
Al resto, cuídense mucho.

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